martes, 5 de mayo de 2015

LA VOLUNTAD, UNA GRAN ALIADA

Todas las personas nacen dotadas de voluntad que deben desarrollar a lo largo de toda la vida, y como todo, hay que aprender a ejercitarla y desarrollarla.
Ayudar a que sea posible es una hermosa tarea de la educación.
El buen desarrollo de la voluntad acostumbra a ir de la mano del esfuerzo y, si bien es verdad que de entrada el esfuerzo no es precisamente seductor, es imprescindible.
Por lo que tiene de cansancio, de desgaste, de tensión se tiende a evitar el esfuerzo, pero se olvida el beneficio que este reporta al hacer menos costoso el siguiente.


La voluntad, porque es poderosa, tiene enemigos. El mayor enemigo es la pereza, porque la debilita. Y no sólo es pereza no hacer nada, la pereza se disfraza muchas veces de hacer muchas cosas por no hacer aquello que se debe hacer.
Si la pereza debilita, la perseverancia en el esfuerzo tiene una fuerza imparable. Incluso cuando se fracasa, mantener una actitud proactiva es una buena protección frente a las adversidades.
La voluntad se trabaja, se educa, se fortalece con la mirada en metas alcanzables, atención plena y esfuerzo constante con entusiasmo. "Sólo nos ponemos en marcha si imaginamos que podemos llegar a buen puerto" afirma F Torralba.
Pero la voluntad, al igual que la inteligencia, necesita estar al servicio del bien, de lo contrario ambas pueden ser muy peligrosas.
Educar para el bien ayuda a mejorar a las personas y al mundo. Es el reto del siglo XXI



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