viernes, 12 de diciembre de 2014

SOMOS HIJOS DE NUESTRAS DECISIONES

A lo largo de toda la vida son muchas las circunstancias, favorables o adversas, que tejen el entramado de la vida a partir de las distintas situaciones, ante las cuales cada uno debe tomar sus decisiones o aceptar pasivamente las que le lleguen, dimitiendo de su derecho a ser de protagonista de su vida. De ahí la importancia, por una parte de aprender a tomar decisiones y por otra el convencimiento de que lo que nos marca la vida no son las circunstancias, sino las decisiones que tomamos ante ellas.
Ejemplos en nuestra vida y en la de los demás encontraríamos muchos, pero me gusta fijarme hoy de manera especial en el que ha dado a todo el mundo Malala, Nobel de la Paz y prefiero hacerlo con sus palabras "Los terroristas pensaban que podrían cambiar mis objetivos y frenar mis ambiciones, pero nada cambió en mi vida, excepto esto: la debilidad, el miedo, la desesperanza. La fuerza, el poder y el valor nacieron"
No cabe duda de que quien decide así "es el amo de su destino, el capitán de su alma"

Educar es facilitar el aprendizaje de la toma de decisiones adecuadas con la consiguiente responsabilidad de saber aceptar  siempre sus consecuencias. Hermosa tarea.



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