Como a muchos, me sorprendió la noticia de la decisión tomada por el Gobierno de Bolivia de cambiar en los relojes la posición de los números y el movimiento de las manecillas, una decisión muy respetable, si duda. Pero, aunque venía la explicación de la causa que lo motivó, la pregunta seguía latiendo ¿ por qué? y se le añadía otro interrogante ¿para qué?
Cabe la duda de si la afirmación de una personalidad propia, el deseo de hacer patente la identificación, la manifestación de un cambio, realidades todas ellas muy legítimas, se manifiestan de manera efectiva con este mero cambio. No es nuevo este deseo, podemos comprobar que en varias etapas de la vida aparece reiteradamente, también en nuestros alumnos.
Sin embargo creo que la innovación, el cambio, el avance, en el campo que sea, deben manifestarse por hechos de mayor calado que un mero signo externo, aunque sea tan visible como un reloj.
En esta época del año en la que a un merecido descanso se une la preparación de un nuevo curso, velemos para que los cambios educativos sean de fondo, lleven a una mayor personalización del aprendizaje y se manifiesten en la excelencia conseguida por cada alumno, en el desarrollo progresivo de todas sus Inteligencias. La educación es capaz de generar los mayores cambios.
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