De origen griego, la palabra entusiasmo tiene muchas acepciones. Me quedo con la que se refiere a "emoción desde el fondo de las entrañas" o, mejor aún,-como la define el Dr. Francesc Torralba en el libro que lleva por título precisamente: "L'entusiasme". Lleida 2011-"un tipo de energía que empuja a salir de nosotros mismos para crear puentes de empatía y complicidad".
Esta definición es la que me ha llevado a pensar en los maestros, en las familias, en cuantos se interesan por la educación. Hace falta el entusiasmo. Entusiasmo para estrenar el curso, para generar proyectos, para visualizar utopías, para comenzar cada día, entusiasmo para conseguir, desde la empatía y la complicidad, el aprendizaje de los alumnos, que seguirán siendo siempre los protagonistas, pero que necesitan el aliento de los que, a su lado, les orientan y ayudan.
El entusiasmo, un buen compañero de viaje para todos.
Desdeluego que se necesita entusiasmo para educar y para vivir en general. Renovar la fe, saber empezar de nuevo, trabajar con la suficiente humildad como para no esperar ver siempre los frutos de ese trabajo.. y, lo más importante, un entusiasmo que no se interponga y no ahogue la libertad del otro.Saber retirarse a tiempo, dejar volar al alumno, es también una de las cualidades que todo buen maestro debería cultivar.
ResponderEliminarComparto tu opinión Clara, necesitamos entusiasmo; me gusta lo que dices de dejar al alumno volar, nunca lo había pensado así. Gracias
ResponderEliminarMe alegra volver a encontrarte Vanessa!! Recordé el tema de dejar volar porque he visto a muy buenos maestros pecar de un exceso de celo, de protagonismo;demasiadas ganas de dejar su sello, de resultar imprescindibles.. No creas que es una idea mia. Un dia tuve la suerte de asistir a una charla y la persona que hablaba decía :"Vuestros hijos no os pertenecen".Le di muchas vueltas a esta realidad y la transferí a mi labor como maestra.
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