Ver a grupos de alumnos aprender en plazas y calles de la propia ciudad tendría que ser habitual. Cuando hemos tenido la oportunidad de encontrarlos identificando texturas en las farolas, descubriendo áreas en sus plazas, haciendo cálculos de frecuencias nos ratifica en la certeza de que también se puede aprender fuera de las aulas.
De hecho, la ciudad con sus espacios, monumentos, sus fuentes y surtidores, el constante ir y venir de sus autobuses proporciona muchas ocasiones de aprendizaje. Son imágenes familiares que sólo requieren atención y un objetivo claro que nos indique qué podemos hacer con ellas. Las posibles aplicaciones y manifestaciones de las matemáticas, la física, el diseño, la geometría, el arte, la literatura, la religión están más presentes en la ciudad que en un libro de texto.
Tal como nos muestra el reportaje de Think1.tv, nuestro entorno facilita muchas oportunidades a nuestros alumnos. Ayudar a identificarlas, a sacar conclusiones, a trabajar con los datos que nos aportan y reflexionar sobre ellos, es capacitar a nuestros alumnos para un aprendizaje vinculado a la vida, que les será útil y me atrevería a decir, indispensable, para la vida.
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