Cuando el pasado mes de mayo el Dr. Howard Gardner habló a los estudiantes de segundo de Bachillerato del Col.legi Montserrat de Barcelona, les puso de manifiesto la necesidad de que se formen como líderes y les insistió en tres cualidades que éste debe tener.
Excelencia, por supuesto, porque el líder se caracteriza por buscar lo mejor, por exigirse a sí mismo resultados óptimos, por ser un buen trabajador. Y, junto a la excelencia, la Ética. La inteligencia por si sola no es ni buena ni mala depende de hacia donde se oriente, para qué se use. De ahí que es fundamental que en la base de la excelencia esté la ética, sustentádola. Y todavía a ellas dos hay que añadir el Compromiso. Quien no sea capaz de comprometerse hasta las últimas consecuencias no podrá ser líder. Podrá, tal vez tener un cargo, pero - me remito a la distinción que tenía muy clara la antigua Roma - la "potestas", el cargo recibido, no tiene nada que ver con la "auctoritas" (el liderazgo) cuyo prestigio del que la posee está muy por encima de cargos y títulos.
Y si es necesario formar líderes, continuó el Dr. Gardner, no lo es menos formar buenos seguidores del líder, al que sepan acompañar, secundar, mejorar y rectificar, si es preciso.
La escuela no puede olvidarlo. Los necesita nuestro mundo y nuestra sociedad.
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