El primer centenario de la publicación de "Platero y yo" , la hermosa "elejía" andaluza (así lo escribía su autor) de Juan Ramón Jimenez, llena de alegría a cuantos hemos tenido la dicha de aprender en el no sólo el buen estilo literario, la descripción precisa y el buen uso de los adjetivos, sino también de descubrir las ideas subyacentes bajo una prosa impecable. "Es perfecto" dijo de el Francisco Giner.
Si es verdad que a nadar se aprende nadando, después de escuchar algunas recomendaciones y sobre todo, después de contemplar a los mejores nadadores con el mejor estilo, no lo es menos que a escribir se aprende leyendo y asimilando a los clásicos, a los que han sabido expresar su pensamiento, a los que, al leerlos, contagian el gusto por la lectura y despiertan el deseo de escribir como ellos. Aunque les pase a veces, como decía Azorín, "Hay que escribir de forma tan sencilla que quien lo lea se diga, esto también lo sé hacer yo, y que se ponga a ello y que no le salga"
Juan Ramón Jimenez es un gran clásico, su "Platero y yo" debe volver a las aulas, hay que volver a ponerlo en contacto con los alumnos para que, disfrutando de un estilo impecable, descubran también los grandes temas insinuados, expuestos mediante una bellísima prosa que algunos erróneamente han querido calificar de "infantil". La amistad, la muerte, el dolor, el cariño, la gratitud son valores expresados sútil y certeramente.
Un libro recomendado para todos los públicos.
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