Si entendemos por clásico al autor que logra tener vigencia y sentido por lectores de edades distintas y de muchas y variadas culturas, no es aventurado decir que al morir Gabriel García Márquez, acaba de morir un clásico. No sabemos que dirán los siglos venideros, pero hoy ya ha demostrado su capacidad de convencer y cautivar a personas de diferentes culturas, de manera que los chinos dicen que expresa muchos rasgos con los que se identifican y la escritora que ha traducido sus obras al húngaro afirma que el autor retrata como nadie las características de las viejas aldeas húngaras y sus gentes.
Tal vez la grandeza de Gabo radica en que ha sido capaz de hacer hablar a los hechos. Comparte con los relatos bíblicos la maestría de hacer humanos y cercanos a sus héroes y de haber sabido conjugar lo sencillo con lo más sublime.
Sus obras son para ser leídas y recitadas, ya que contienen mucho de cultura oral.
Al celebrar este año el día 23 de abril el Día del Libro, el día del gusto por la lectura, no olvidemos la necesidad de ayudar a que surjan buenos escritores, que como nuestro autor, tengan en la mente "el relato y la pasión y encuentren la música, el tono, el ritmo de la narración", para que, transmitiendo cultura, sean también "flores" que embellecen y acompañan el andar diario.
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