Aunque a muchos les parezca mentira, también los espacios, de alguna manera, son forrmadores de conductas. Si lo son para los adultos, ¡cuánto más para niños, adolescentes y jóvenes!.
Cuando las aulas son luminosas, cuando ofrecen posibilidades de flexibilidad al mobiliario escolar, cuando la transparencia de sus paredes ayuda a ensanchar el horizonte, cuando permiten que profesores y alumnos pueden moverse en él a sus anchas - autónomos en su aprendizaje y en sus movimientos -,no hay duda de que todo ello incide en la conducta. La posibilidad de encuentro con muchos compañeros, no sólo con los de su curso, enriquece la relación y permite agrupaciones de trabajo cooperativo muy eficaces.
No cabe duda que entre las transformaciones que la Escuela está llamada a llevar a cabo en este siglo XXI una de ellas, y no la menos importante, es la transformación de los espacios.
No es necesario construir de nuevo, a veces basta con reubicar los espacios de que se dispone, siempre y cuando se tenga muy claro qué se pretende conseguir y por qué.
Los espacios en los Colegios no son ajenos a la educación.
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