Cuando la sabiduría popular dice que si tenemos dos oídos y sólo una boca es porque conviene más escuchar que hablar, no deja de tener su parte de razón.
Escuchar es un arte, no cabe duda y, si es imprescindible en toda relación humana, es fundamental en la educación.
Quien desee aprender - alumno o maestro- ha de saber escuchar y me atrevería a decir que todavía es más importante para el maestro.
En educación, la escucha, que siempre va asociada al respeto, acerca el maestro al niño, porque cree en sus posibilidades, porque se fía de su capacidad, porque está convencido de que tiene algo que aportarle y saberse escuchado acrecienta en el alumno la confianza en sí mismo a la vez que le predispone a preguntar, comunicar, expresar, contrastar.
Hay que dar la razón a Sócrates, que tanto gustaba de escuchar a sus discípulos.
Y es valido para todas las edades, desde un año hasta los postgrados universitarios. La educación siempre ha de ser interactiva.
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