"Laudato si" es el hermoso título de la carta que el Papa Francisco ha escrito para todas las personas, y en la que marca unos retos muy claros a todos, pero especialmente a los que nos dedicamos a la educación. Somos conscientes de que educamos desde la vida y para la vida y que queremos educar a toda la persona que requiere una educación integral porque la persona siempre es una.
Nos recuerda el Papa " Si de verdad queremos construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa, con su propio lenguaje".
Y como la educación ha de poderse traducir en hechos, en voluntad de mejora, sigue diciendo el Papa: " La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias..."
Esta sabiduría de la vida hay que aprenderla. Para ello "La familia es el lugar de la formación integral ...donde se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo, el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respecto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados." Y en estrecha colaboración con ella " Una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida"
Ayudar a adquirir conciencia de que formamos parte de la Naturaleza, que además es nuestro patrimonio, prestar atención a la belleza de nuestro mundo, cuidarla y amarla, forma parte de los fines de la educación.
Tal vez un tiempo bien propicio para ello sea el verano que acabamos de comenzar.
